Pasión por la optimización

Más procesador. Más rápido. Más RAM. Más disco. Más batería. Más. Más. Más y más. Vivimos en un mundo sediento de algo más rápido que lo anterior, con más capacidad, mejor. Somos esclavos de lo nuevo. Somos esclavos de los números. Y se nos olvida algo muy importante. Quizá demasiado.

Hemos oído en una y mil ocasiones la manida frase de que “El hombre llegó a la luna con una ínfima parte de lo que tenemos hoy en día en nuestros smartphones”. O la de “Matar una mosca a cañonazos”. Y en cierta forma es lo que pienso cuando veo la computación moderna, la miniaturización. Teléfonos con 28 gigas de RAM, 450 nucleos.

Hemos ganado capacidad de procesamiento, hemos abaratado costes de almacenamiento y memoria. ¿Y para qué?

Facebook es una aplicación que, “para mostrarnos fotos”, ocupa 457 megas para iOS (18-Febrero-2019). Medio giga, para enseñarnos fotos. La página principal de Xataka, uno de los medios tecnológicos digitales más importantes de España, moviliza más de 5 megas cada vez que decidimos acceder a ella. Es demencial.

Tenemos las conexiones más rápidas de la historia y en vez de aprovecharlas para hacer de verdad internet más rápido y hacer llegar la información a la velocidad que se requieren de los tiempos, estamos llenando cada vez más y más de cosas completamente inútiles internet, nuestros teléfonos, nuestros ordenadores.

Hay una cosa que no soporto y es tener un buen ordenador cuyo rendimiento se ve penalizado por una mala optimización. Igual me pasa con el teléfono y con mi conexión a internet. Se nos está olvidando optimizar y pensar qué es lo más apropiado para el uso que se le va a dar al aplicativo antes de poner en marcha el proyecto. Me revienta poner mi teléfono al servicio de los anunciantes. Cómprate un iPhone, gastate el dinero para que te muestren anuncios. Anuncios que van a comerse los recursos de tu teléfono haciendolo inservible. 8 gigas de RAM. 7 gigas ocupados por no optimizar. Con el giga restante hacemos lo que podemos.

Hemos perdido la pasión por hacerlo más rapido. Hacer las cosas más precisas. Para obviar lo que no se va a necesitar. Esa pasión que teníamos al principio de la computación comercial, donde con 4 tonos de negro hacíamos un videojuego. Por mi parte siempre intento pensar antes de hacer, antes de comprar. Ésta obsesión la llevo a muchos de los aspectos de mi vida.

Desde luego que intento tener siempre mi teléfono optimizado al máximo. Intento que esos anuncios cancerígenos no me inutilicen mis dispositivos. Intento que mi ordenador siempre tenga el máximo rendimiento. Intento que las webs que programo hagan llegar la información sin cargar estupideces que no ayudan a absolutamente nada. O incluso, intento buscar cuál es la temperatura correcta para conservar mis alimentos en el frigorífico. Un grado más no es mejor. Es utilizar de muy mala manera tus recursos.

De todo ésto supongo que iré escribiendo en éste blog. De cómo utilizo mi dia a dia para combatir lo que no es necesario y potenciar lo que sí lo es. E incluso intentaré optimizar éste blog todo lo que pueda para que lo que se cargue sea lo estrictamente necesario.

Este es mi punto de partida.

NOTA: A dia de hoy, 18 de Febrero de 2019, la carga de ésta entrada pesa 24,1 KB, de los cuales sólo 5,6 son de contenido. 10 KB se van en el css del tema con estilos que probablemente no se usen nunca. Los otros 5 restantes son de la imagen de arriba, que intentaré que desaparezca pues no aporta nada. Y del favicon que seguirá el mismo camino. Iré actualizando.

UPDATE 1: 19-FEB: Tras una primera optimización en la primera versión del blog, he podido rebajar el peso de carga de éste post a 8,7 kb. Un 64%. Casi nada. Y eso que he tenido que usar un jpg en el logo, ya que, maravillas de la estandarización, no puedo usar webp como formato si quiero que se vea en otro navegador que no sea Chrome para escritorio.